La “primera” Asociación Internacional de Trabajadores fue fundada en 1864 a través de la iniciativa de los propios trabajadores pero también con alguna participación de “políticos”. Organizativamente, fue construida como una asociación de sindicatos obreros. Según sus estatutos no había centralismo. Los trabajadores de la misma profesión o área formaban una sección, todas las secciones de un país formaban una federación, y cada federación nacional enviaba delegados al Consejo General. Este Consejo era un órgano puramente coordinador, no podía emitir decretos, instrucciones, etc. Estaba para analizar conflictos y malentendidos entre las secciones. Todas las secciones y federaciones mantenían su autonomía. El órgano supremo de la AIT era el congreso anual de delegados de las secciones y federaciones, y solamente éste podía discutir todas las materias relativas a la asociación y al movimiento obrero internacional, podía elegir el Consejo, alterar o modificar la carta, etc.