Cuando la internacional sindicalista revolucionaria AIT celebró su congreso fundacional en el cambio de los años 1922 a 1923, lo hizo contra un telón de fondo de grandes convulsiones. La Primera Guerra Mundial había terminado pocos años antes, una guerra que fue seguida de inmediato por la diseminación de los movimientos revolucionarios en una serie de paises, estableciendo tendencias duraderas en el desarrollo del mundo.